jueves, 22 de enero de 2009

La balada del payaso

Empacó su nariz en un sobre de manila, se veía extraña ahí solita, en el fondo del sobre, como si hubiese perdido su sentido. Cerró el sobre, escribió la dirección y lo envió.

¡West Clown ha perdido su nariz! -decían otros payasos-.

–No la perdí, la regalé, hay alguien en un país frío y lejano que la necesita para poder respirar. Alguien que perdió el aire en su fría y ahora detestable rutina.

Pero ningún payaso entendió. Perder la nariz entre los payasos es cuestión de vida o muerte, de honor, un payaso sin nariz es un payaso sin alma.

West Clown caminó toda la tarde, subió los puentes y vio que le faltaba el aire… nada era igual sin su nariz.

Pasaron dos meses y el sobre llegó a su destino. Una niña de ojos muy grandes abrió el sobre y se puso la nariz. Pudo respirar, salvó su vida en el congelado aire.

De West Clown nunca mas se supo. Los payasos sin nariz suelen desaparecer.

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