lunes, 15 de diciembre de 2008

El Enano

Mientras saborean el tinto, alrededor de la gigante cafetera, hablan sin parar sobre el reciente temblor de tierra. Gabriel mira con suspicacia a Raquel quien lleva puesta una provocadora minifalda pero al subir su mirada recuerda que tiene los senos pequeños y que el volumen que se percibe es producto de unos sostenes de última tecnología que harían ver grande hasta un maní.

Carlos y Daniel comentan el último partido. Carlos piensa que Daniel es un tipo muy agradable y se le pasa por instantes la idea de que si fuera mujer sería la novia ideal.

Daniel sonríe mientras comenta la jugada del gol en donde un negro de dos metros que habla una combinación entre argentino y chocoano, estira su lánguido cuerpo y el balón hace como tres giros que desafían la gravedad para ir a clavarse en la malla.

El enano de la cafetera, condenado a preparar los tintos en el oscuro cubículo, ve por las rendijas de la portezuela las piernas bien formadas de Raquel y adivina una leve erección en el pantalón de Gabriel.

- Pero que majo es este hombre, se las ha llevado a todas a su cama y no se sacia –

Piensa el enano que conoce todos los detalles de la empresa porque alrededor de la cafetera, en medio de la liberación del olor a café, todos los empleados, jefes y subalternos, cuentan las más miserables intimidades; como el día en que el jefe de planta contó que había tenido sexo con la máquina embotelladora introduciendo su pene en el ducto de vacío. – Fueron como mil orgasmos en uno Pachito, claro que me vine en la caldera y seguro los jugos salieron muy nutritivos ese día -.

Fruto de una experiencia superior a los 600 años, el enano sabe preparar un café suculento, en un punto que ni el más fino conocedor puede igualar. Así mismo se siente desgraciado por su vida de encierro, una condenación que le hiciera un Dios pagano ebrio.

Según recordaba el enano, un día cualquiera en 1356, él paseaba por un camino polvoriento del Cairo cuando un hombre muy grande que se tambaleaba tropezó con él.

- ¿ Que te pasa insensato, que irrespeto es este que osas al estrujar a un Dios ?. El enano, que entonces era un hombre hermoso y joven, renegó – No pediré disculpas ante un insolente borracho, si sois un dios has la justicia que te venga en gana –

Estas palabras lo condenaron. Aquel hombre grande efectivamente era un Dios y levantando su mano hacia el cielo dijo. – Impertinente, serás enano, vivirás eternamente y reptarás escondido por el resto de tus días como una rata de los desiertos-

Aquella condenación surtió efecto inmediato y el hombre se convirtió en un feo enano. Huyó de Egipto y empezó una vida errante por todo el mundo.

En Berlin se escondió varios años bajo la cama de Adolfo Hitler, se acostumbró al olor de sus pantuflas de cuero, una pecueca nada especial para un hombre que horrorizaría al mundo, supo que era un amante desastroso ya que Eva tenía que hacerse a orgasmos por sus propios medios. Un día, cuando Adolfo yacía dormido y babeando, el enano supo subírsele a Eva y la acarició con tal sutileza con sus pochochos dedos, que la hermosa joven rubia sufrió dos orgasmos.

El enano piensa aun que Eva estaba despierta y que no le importó cuan rara pareciera aquella situación, la dejó pasar en silencio. Sin embargo Eva si dormía y después cavilando sobre aquella noche, llegó a pensar que estaba enloqueciendo

En la noche, cuando la oficina queda solitaria, el enano sale a juguetear entre los escritorios y las sillas, huele la base de la silla de Raquel en un acto sin morbo. Pero esta sutil alegría desaparece pronto y el enano termina asomado a la ventana mirando la luna.

Prepara la cafetera para otro día de trabajo, ve con peculiar felicidad un líquido verde que guarda con celo en un frasquito de cristal muy antiguo que pende de su enorme testículo derecho (por alguna razón siempre ha tenido más grande uno que el otro), agrega cinco gotas al vaso de la cafetera.

Será el último día que pase en ese horrendo lugar y no se irá tranquilo sin que su delicioso café, acabe con el grupo de hipócritas y parásitos que cada día se lo beben. Si pudo dormir para siempre a Hitler y a Eva y cambiar la historia del mundo: ¿ Qué le impedirá acabar con la odiosa existencia de estos miserables ?.

1 comentario:

Marieta dijo...

qué buen espacio este! ese cuento está increíble, muy bacano. me reí como tonta!

un abrazo!!!